8 de marzo de 2011

TITULITIS

La titulitis, como una enfermedad contagiosa que se propaga sin control alguno, haciendo la crisis y el aumento de desempleo de un abono perfecto para su proliferación, ya te tiene acorralado. Estás cansado de ver a todos estos inútiles que van por la vida con sus títulos recién sacados, presumiendo de ello como si del mayor logro de sus vidas se tratara. ¿Será que cuánto más les haya costado obtenerlos, con más ímpetu te tienen que demostrar que los poseen?

Dicen que la humildad es para los mediocres. El que lo crea no puede estar más equivocado. La humildad es un rasgo de los que saben reconocer su valía y no necesitan convencer de ello a todo el que los rodee. Es propia de los que están libres de complejo de inferioridad y no intentan camuflar sus puntos débiles, siendo conscientes de que todavía les quedan muchísimas cosas por aprender. Caracteriza a los que ni siquiera han pensado que el hecho de estar en posesión de un título, les da derecho a tratar a los demás como si no significaran nada.

Cuántas veces has visto como un feliz poseedor de un título universitario prefiere meter la pata hasta el fondo antes que pedirle ayuda a un compañero suyo que no lo tenga. O peor aún, ni siquiera pide consejo porque no se da cuenta de que está a punto de meterla. Triste será el futuro de los que no sean conscientes de que ese papelito, que sólo certifica que han aprobado unos cuantos exámenes, no es más que el principio de un camino de aprendizaje.

Cuántas veces has sido testigo del comportamiento de esa joven que apenas acaba de terminar la carrera y ya se cree con derecho de ser borde y de levantar la voz al que se cruce en su camino, o de darles a sus compañeros órdenes como si de sus subordinados se tratara.

Te perturba observar cómo, seguros de sí mismos cual los conductores noveles, surcan los mares de la vida real con su recién aprendida teoría, sin darse cuenta de que su destino es estrellarse para así poder comprender que no saben nada.

Visto desde otra perspectiva, parece que esos tan engreídos y agresivos titulados, se están poniendo en ridículo sin poder conseguir nada a cambio. Y eso se debe a una gran incoherencia entre cómo ellos se ven a sí mismos y cómo les ven a ellos los demás, entre éstos, sus futuros jefes, que tanto título y certificado piden para luego ignorarlo completamente. ¿Cómo se justifica ese afán de contratar a titulados para los puestos cuyo perfil es mucho más bajo, poco o nada teniendo que ver con los estudios realizados? ¿Cómo se explica ese interés por contratar a personas en posesión de un título específico para un trabajo que no requiere más que conocimientos básicos?

¿Será que la sensación de tener en plantilla a una limpiadora con un título universitario, aunque ésta no sepa ni por dónde agarrar la escoba, es mucho más placentera que la de tener a una que podría desempeñar su trabajo a la perfección aunque su educación sea escasa? Pobre limpiadora, sin un certificado nunca nadie le dará la oportunidad de demostrar lo bien que controla el palo. Irónico, ¿verdad?

¿Por qué es tan importante tener un título si luego nadie lo respeta?

Aparte de conseguir que el trabajo esté mal hecho y que los que tanto esfuerzo pusieron en obtener sus valiosísimos certificados cada vez estén más frustrados, ¿qué otro objetivo persiguen este tipo de políticas de RRHH?


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Qué? ¿Nada nuevo que aportar? A ver si va a resultar que el "título" es más importante de lo que dices en tu artículo...